Además de la emoción de ver -y viajar- con una vieja gran amiga en un lugar tan lejano a nuestra casa, Bélgica brilla por si misma. Es un pequeño país en extensión y población pero es grande en cuanto a belleza, cultura y gente. Holandés, francés y alemán son los idiomas que se hablan. Waffles y papas a la francesa son la comida callejera. Todos los días de nuestro viaje el cielo nos estuvo escupiendo, jaja. Quesque llovía pero era una lluvia como de estornudo así que no nos impidió seguir conociendo. Lo que sí es que Rihanna (así nombré a mi sombrilla) sí sufrió los pesares climáticos con múltiples fracturas y de plano no regresó conmigo a México.
Ahora, Bélgica, este fue el itinerario: Bruxelles, Ghent, Bruges y Antwerpen. Y cerramos con la capital holandesa, Amsterdam. Todas las ciudades presumían ya su espíritu navideño incluyendo una pista de hielo al aire libre (no tan grande como la defeña, though, jeje).
Bruxelles es la capital y se habla más francés. La cultura se desborda de los museos para inundar el centro de la ciudad con colores y propuestas. La Plaza Grande es una joya visual que por el día permite ver los detalles de tan viejas construcciones patrimoniales y por la noche permite disfrutar del edificio de luces al ritmo de ópera. (Ah, y sí fue en el hostal de aquí que me di ese madrazo en la nariz que se ve en las fotos)




Ghent es la ciudad universitaria por excelencia. Con un río que corre en medio de la ciudad y tres magnas iglesias que delinean el paisaje urbano, Ghent es una auténica ciudad belga sin tantas multitudes (aunque no creo que exista en Europa ciudad o pueblo sin turistas, es impresionante).




Bruges es el destino turístico por excelencia. Es la ciudad más antigua de Bélgica aunque ha sufrido restauraciones y renovaciones. No obstante mantiene es espíritu medieval en el que hasta el más amargado no puede evitar respirar el romance que lleva el viento. Con calles empedradas y esrechas, ríos y puentes, molinos, hermosas iglesias, lindas casitas y carrozas por las calles lo único que le falta a Bruges para ser ciudad de cuento son las princesas y los dragones.



Antwerpen es la capital europea de la moda, o eso dicen ellos. Lo que es cierto es que las tiendas fashion de marca y alternativas son una constante. Se ve mucha gente, mucho arte y una arquitectura muy belga. El tiempo que estuvimos aquí no fue suficiente (bueno en ninguna ciudad en realidad), pero definitivamente me quedé con ganas de conocer la vida nocturna de Antwerpen para saber si su buena reputación es cierta.




De Amsterdam les he hablado ya, es increíble. En esta ocasión les contaré un poco sobre el tour que tomamos. "LA" anécdota histórica de Amsterdam es el milagro de la hostia vomitada. No, no es broma. Hace como 800 años un señor vomitó una hostia. Su vómito y la hostia fueron quemados pero la hostia no se quemó y voló. Desde entonces la recuperaron y la pusieron en la catedral donde persona que la visitaba persona que se curaba de sus males. Con tal milagro se dio un boom poblacional pues llegó gente de todas partes a vivir a Amsterdam pues querían vivir cerca de la hostia milagrosa. ¿Qué tal? Cuando uno cree que lo ha escuchado y visto todo, está Amsterdam. Y es que la verdad siempre van muchos pasos y tiempo adelante que el resto del mundo en políticas sociales. El pueblo de Amsterdam fue el único que se atrevió a manifestarse y marchar por las calles junto con los judíos durante la ocupación alemana de la Segunda Guerra Mundial. (Claro que a los nazis no les causó gracia y a los que mejor les fue los encerraron) Pero el punto es que los Países Bajos desde ese entonces son capaces de respetar a las personas sin juzgar. Bélgica siempre les sigue. No sé, tal vez tenga que ver con el hecho de vivir bajo el nivel del mar.




Terminando Amsterdam fuimos a Paris donde mi último día vimos el amanecer desde el Sacre Coeur, tomamos el p'tit déjeuner en el café Les Deux Moulins (donde trabajaba Amélie Poulain), caminamos por el Champ-de-Mars para despedirme de la Tour Eiffel, caminamos a lo largo del Sena, los Champs Elysées y Notre-Dame.
Y el gran gran final fue cenar unas ricas crepas saladas con Venise y Carlos y luego echar unos drinks en un barcito. Vive l'Europe!





Y bueno, después de casi 30 horas de viaje y unas cuantas de descanso en mi casita escribo la última entrada sobre mi eurotrip 2007. ¡Ah! pero esto no se acaba aquí. Pronto postearé lo bueno, lo malo y lo chusco de este viaje. (y fotos of course)
Stay tunned!
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