
Es el verano cuyas horas avanzan de manera regresiva para dar paso al otoño. Por exquisito que me resulta el otoño, al parecer para el grueso de la gente no es más que la transición al invierno, un lento adiós al intenso y vivo verano.
Yo ya estuve en Montréal de agosto a diciembre antes, sin embargo algo ha cambiado. El hecho de vivir la llegada y toda la estancia del verano me arrastra a contagiarme de este sentimiento de nostalgia. Y eso que personalmente mi clima favorito es el del otoño pues no es ni “muy muy ni tan tan”. Y qué decir de los colores de las hojas de los árboles y de la moda de la estación. Otoño en realidad es muy especial.
No obstante la nostalgia siéntola, vívola.
Verano, nos vemos en unos meses… à la prochaine!