lunes, 14 de septiembre de 2009

El verano se terminó, el verano que pronto pasó

Es el regreso a clases. Los festivales más grandes de la ciudad han terminado. Las calles que fueron peatonales desde finales de mayo reabren su paso a la circulación vehicular. La gente que instaló casas rodantes o de campaña en el bosque las desinstala. Las terrazas se vacían. Se recolecta la cosecha estival. Los dueños de yates guardan sus barcos.

Es el verano cuyas horas avanzan de manera regresiva para dar paso al otoño. Por exquisito que me resulta el otoño, al parecer para el grueso de la gente no es más que la transición al invierno, un lento adiós al intenso y vivo verano.

Yo ya estuve en Montréal de agosto a diciembre antes, sin embargo algo ha cambiado. El hecho de vivir la llegada y toda la estancia del verano me arrastra a contagiarme de este sentimiento de nostalgia. Y eso que personalmente mi clima favorito es el del otoño pues no es ni “muy muy ni tan tan”. Y qué decir de los colores de las hojas de los árboles y de la moda de la estación. Otoño en realidad es muy especial.

No obstante la nostalgia siéntola, vívola.

Verano, nos vemos en unos meses… à la prochaine!