Montréal (Québec), domingo 14 de junio, 10h00.- Es un día hermoso, soleado, cálido. Pese a que el sol advertía el buen tiempo desde las 6h00, Roberto se permitió dormir hasta 9h45. Se lo merece, es domingo. Mathilde y Guillaume, los amigos que le hospedan, salieron a esa hora a hacer unos pendientes. Pero más tarde se rencontrarán para un "pique-nique" (pronúnciese: pic-nic). Con tranquilidad Roberto abre sus cortinas, tiende su cama y pone el agua para el té mientras se mete a bañar. Termina de desayunar y es hora de ir a hacer las compras para el pique-nique. ¿A dónde ir? No hay duda alguna... ¡al mercado Jean Talon! Aprovechando el bonito día y vistiendo bermudas y sandalias Roberto decide caminar hasta el mercado sin olvidar la hielera y una bolsa de tela para las compras. Su llegada no puede ser más invitadora, todos los puestos abiertos con productos frescos, mucha gente disfrutando el tradicional mercado italiano y un violinista ambientando el lugar. Para comenzar, Roberto compra un kilo de jitomates cereza y un pepino su puesto favorito de verduras. En seguida, en el puesto de frutas, compra un melón verde, el cual, de acuerdo con el vendedor de origen árabe, promete ser jugoso y dulce. Siguiente parada: "Le Marché des Sauveurs (de Québec)", tienda donde sólo se venden productos de Québec. Ahí elegí tres quesos para degustar en nuestro pique-nique. Un poco de brie, un poco de Cheddar Fort y un poco de fromage affiné fueron la elección. Ahora sí, Roberto está listo para tomar el metro. Después de muchas estaciones -sin conexión- ha llegado a su destino: la estación Lionel-Groux. De ahí, gracias a la explicación verbal de Mathilde y la imagen que Googlemaps proveyó, Roberto llegó sin mayor problemas justo a la hora acordada. Debido a la -casi- impecable puntualidad québécois (pronúnciese: quebecuá) todos estaban ya ahí. Encontraron un lindo rincón sobre el pasto junto al Canal de Lachine, al otro lado del mercado Atwater. Roberto se encontró para tan anticipado pique-nique con Mathilde y Guillaume (franceses), Paul y Leïla (francés y tunecina), y Hélène y Matthieu (québécois). Dada la dominación de la cultura francesa el menú del pique-nique consistía de diferentes tipos de pan, diferentes tipos de queso, ensaladas, patés, frutas del bosque, té y vino tinto. Voilà! Sentados sobre un mantel, todos comparten y disfrutan los alimentos mientras brindan por el rencuentro, intercambian historias y ríen sin cesar. Tentado por la idea, Roberto sigue la enseñanza mediática de Ratatouille y, tomando una fresa y un pedazo de queso, va dando mordidas intercalándolos. Su grata expresión indica un genuino gusto por la práctica que la rata de Pixar le inspiró. Su amigo Paul inmediatamente identifica la semejanza con el filme y él "rigole" (pronúnciese: rigol)- bromea junto con Roberto. Después de los alimentos, los siete amigos dan una caminata a lo largo de una parte del canal aprovechando el sol, el día, el lugar y la gente. Casi tres horas después se despiden y acuerdan repetir la experiencia antes de que el verano termine. Cansado y asoleado, Roberto toma el metro de regreso, sonríe y dice para sí mismo: "quelle belle journée avec les amis"(pronúnciese: quel bel yurné avec les ami)-qué bonito día con mis amigos.